Hécuba fue la reina de Troya en el período de la Guerra de Troya, cuya historia se narra en la Ilíada y en otras obras clásicas de la literatura. Además de ser una reina, también era una profetisa que revelaría varios malos augurios de eventos futuros que involucraban la caída de Troya.
Origen
Se desconoce el origen exacto de la reina de Troya. Hay quienes dicen que el rey Dimas, gobernante de Frigia, era el padre de Hécuba, siendo la Naiad Euagora su madre. Algunos relatos cuentan que era hija del rey Ciseo de Tracia, y otros mencionan a Sangarius, uno de los dioses del río, y a la ninfa del río Metope como sus padres. Existen otras cuentas con diferentes combinaciones.
Así, su padre era Ciseo, Dimas, Sangarius o Xanthus, y su madre Euagora, Eunoe (una ninfa), Glaucippe, Metope o Telecleia. La cuestión de su paternidad, y la combinación de madre y padre, es una cuestión abierta y muy variada. Este fue un tema tan polémico que se rumoreaba que Tiberio había puesto nerviosos a sus eruditos con preguntas sobre la paternidad de Hecuba.
Familia
Hécuba se casó con el rey Príamo, convirtiéndose en su segunda esposa. Juntos tuvieron 19 hijos, siendo algunos de los más conocidos Cassandra, Héctor, Paris y Polydorus. Algunos de los hijos de Hécuba morirían a manos de otros, ya sea por batalla o por traición.
Historia
La historia de Hecuba tiene lugar antes, durante y después de la Guerra de Troya, e incluye una serie de batallas y encuentros con los dioses.
Presagios de Destrucción
El embarazo de Hecuba con París se revelaría como un embarazo inquieto y llegaría a su clímax con la llegada de un sueño profético. En este sueño, en lugar de dar a luz a un bebé normal, dio a luz una antorcha ardiente cubierta de serpientes. Ella buscó a los profetas de Troya para interpretar este sueño, y ellos revelaron que era un presagio inquietante.
El presagio predecía que si su hijo vivía, él sería responsable de la caída y destrucción de Troya. Hecuba no podía soportar esta noticia y cuando París estaba naciendo, ordenó a dos de sus sirvientes que lo mataran. Sin embargo, los sirvientes no pudieron asesinar a un bebé indefenso y, en su lugar, abandonaron París a la orilla de una montaña para ser llevados por bestias salvajes. Pero un pastor pronto encontró París y lo crió como su propio hijo.
Muchos años después, París regresó a Troya y comenzó la Guerra de Troya robando a Elena, esposa del rey Menelao, de Esparta. Puesto que todos los gobernantes de Grecia habían jurado defender a Elena, declararon la guerra a Troya, saqueando y quemando la ciudad y cumpliendo así la profecía en un asedio de ruina y llamas.
La perdición de Héctor
La participación de Hecuba en la Guerra de Troya incluyó el consejo de su hijo Héctor cuando regresó a la ciudad. Ella le ofreció la copa de libación, instándole a hacer una ofrenda a Zeus y también a beber de ella él mismo. Héctor le aconsejó a su madre que hiciera un trato con Atenea, en el que ella le ofrecería un vestido del tesoro de Alejandro a la diosa a cambio de ayuda. El vestido en cuestión estaba bellamente adornado con bordados, brillando como una estrella cada vez que captaba incluso una pizca de luz.
El vestido había sido traído de Sidón cuando Alejandro navegó por los mares y fue obra de mujeres sidonianas. Pero los esfuerzos de Hecuba quedaron sin respuesta. En un último intento, Hécuba le rogó a Héctor que no se enfrentara a Aquiles, pero no quiso oír hablar de ello. Esa noche, Héctor se batió en duelo con Aquiles y se encontró con su muerte.
Cuando Hecuba se enteró más tarde del plan de Príamo para recuperar el cuerpo de Héctor del campamento de Aquiles, se puso ansiosa ante la idea de perder un marido y un hijo en el mismo día. Hécuba lamentó la muerte de Héctor en un gran discurso, pues era el más querido de todos sus hijos.
Apolo y Troilus
Hecuba tendría más tarde un hijo con Apolo, y se hizo otra profecía: si Troilo viviera hasta los 20 años de edad, Troya no caería, a pesar de la profecía anterior. Pero Aquiles esperó emboscado mientras Troilo montaba su caballo cerca de un pozo al frente de la ciudad. Troilo huyó al templo de Apolo, y fue asesinado en el altar y luego arrastrado por sus propios caballos, sellando el destino de la ciudad para condenarla y arruinarla en cumplimiento del presagio.
Esclavitud a Odiseo
Como si no hubiera pasado ya por suficientes pruebas, Hécuba sería tomada prisionera y luego se convertiría en esclava de Odiseo. Antes de la Guerra de Troya, Odiseo había viajado a través de Tracia, donde Hécuba le había pedido a su gobernante, el Rey Polimestor, que protegiera a su hijo Polidoro. Cuando los griegos llegaron a los tracios Chersonese en su camino a casa, Hecuba descubrió que Polymestor había traicionado su confianza y matado a Polydorus.
Cuando vio a su hijo tirado sin vida, se volvió loca y, en un ataque de rabia, le arrancó los ojos a Polymestor y mató a sus hijos. Cuando Odiseo trató de detenerla, los dioses la transformaron en un perro para que pudiera escapar. Nunca más fue vista, hasta su muerte cuando se arrojó al mar. Su tumba se encontraba en un afloramiento rocoso, el Hellespont entre Grecia y Turquía, y se convertiría en un hito importante para los marineros.
Influencia actual
La historia de Hécuba se menciona varias veces en la Ilíada, así como en la Eneida. También es tema o personaje de varias obras de teatro, como “Hecuba”, y la tercera de una serie de tragedias sobre la guerra de Troya, “Las mujeres de Troya”, de Eurípides. En épocas posteriores, aparece en la literatura romántica, como “Hamlet” de William Shakespeare.